Un burócrata que pidió su traslado de San Juan Chamelco para la capirucha se llevó el susto de su vida cuando se subió a un bus urbano aquí por el periférico y vio a la gente apuñuscada intentando subirse bien a la 203. Vio que mucha mara venía colgando en la puerta de atrás y adelante, agarrándose como podía. El cuate en mención se fue abriendo espacio por la fila de enmedio hasta que quedó casi hasta atrás por la mal llamada salida de emergencia. Pensó que en ese bus ya nadie más cabía, y que por lo tanto el bus ya no pararía en el trayecto para subir más mara, pero como ustedes ya lo saben se equivocó.
El cerote del piloto y su ayudante viendo que había bastante pasaje en las paradas obligatorias y no obligatorias seguía recogiendo pasaje. Entre sobadera y sobadera la mara seguía corriéndose hasta el punto en que el piloto se vio obligado a parar para gritarle a la gente que se corriera para atrás para darle lugar a la mara que aún estaba subiendo. El brocha lo ayudó aún más gritandole a la marabunta que "por fa, metanse un cacho atrás... que todavía hay espacio". Mi cuate el burócrata empezó a observar qué hacía la mara, esperaba de manera insolita quien sería el primer malcabresto que le haría caso al brocha pues esa mala costumbre no la tienen en un pueblito como Chamelco, -para los cerotes que no lo sepan este pueblito queda allá por Alta Verapaz.
Y aún más, mi cuate empezó a pensar de dónde putas, aquella multitud enloquecida por tanto jaloneo, iba a sacar el cacho que se tenían que meter atrás, al final de cuentas, antes de que pasara esto, mejor se bajó en la siguiente parada no vaya a ser que a él le tocara hacer lo que el brocha le pidió a toda la marabunta: meterse un cacho atrás...
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